Controlando emociones



¿Cuantos de nosotros hemos, en algún momento, sucumbido ante las emociones? Por mucho autocontrol que tengamos, solemos caer ante alguna emoción, porque para ser sincera el autocontrol no es infinito. Las emociones aparecen y desaparecen, y es en eso en lo que no tenemos control. El único control que tenemos es en la forma en la que reaccionamos cuando las emociones afloran. 
Y entonces me preguntaras: ¿Y qué tiene que ver el control de las emociones con el minimalismo? Muy simple: las emociones las desencadenan, la gran mayoría de las veces, factores externos. En este caso me gustaría hablar sobre dos factores que tienden a ser los más comunes entre todos los que no dominan sus actos ante la aparición de las emociones: La ansiedad y el estrés.  
¿Alguna vez has sentido que la ansiedad y el estrés producen emociones tan negativas en ti que pierdes el control y sucumbes a la ira en el momento en que menos lo deseas? ¿Cómo te has sentido en ese momento? ¿Triste, alterada, resentida, agotada, enojada contigo misma? 
No eres la única, no estás sola en esto. Por mucho tiempo me sentía enojada cuando algo como eso me ocurría. Generalmente se activaba ante situaciones en las que “parecía” no tener control. Al menos eso era lo que pensaba antes. A pesar de poder controlar la mente la gran mayoría de las veces, mi cuerpo se adolecía, literalmente se enfermaba. Entendí que lo que sentía y padecía era una fusión física y mental que se efectuaban ante ciertas causas. Cuando me enfermaba, ya fuera un simple catarro, gripe, fiebre, o migraña se bajaban mis defensas haciendo que mi mente se debilitara. Así, cuando las emociones florecían, estando en ese estado, era muy probable que perdiera el control ante ellas. Generalmente mi mente no funcionaba de la misma manera que cuando me encontraba sana. También sucedía a la inversa, cuando controlaba las emociones liberadas a causa de la ansiedad y el estrés era cuando se enfermaba mi cuerpo. Salir de ese estado era el cuento de nunca acabar. Hasta que encontré la solución. 

Investigué sobre las formas de controlar las emociones y entendí que todo era cuestión de reconocer los estados que más me afectaban. Reconocer que la ansiedad y el estrés eran mis mayores enemigos no fue tarea fácil. Tuve que analizar, sola y con ayuda de familiares y amigos, mis estados emocionales en diferentes momentos. Ese fue el paso número uno. 

Reconocer esos dos factores no fue suficiente. Necesitaba entender por qué llegaba al punto de la ansiedad o del estrés ¿Qué los ocasionaba? No soy una persona nerviosa, tengo gran capacidad de organización y también muy creativa. Pero algo me producía ansiedad y estrés, y tanto mi cuerpo como mi mente me estaban enviando una información que necesitada descifrar para poder lograr controlar las emociones que florecían sin ser invitadas.

Al cabo de unos meses entendí que la ansiedad era producida por un gran número de cambios ocurridos en mi vida en un corto periodo de tiempo, la gran mayoría negativos, y en los que pensaba constantemente tratando de imaginarme como pudo haber sido de otra forma. Y el estrés era originado por una bandeja de proyectos que estaba constantemente llena, y pasaba muchas horas del día pensando en el futuro, en proyectos a muy largo plazo. Vivía en esa brecha del tiempo situada entre el pasado y el futuro sin disfrutar el presente. 

Hay situaciones a las que debemos enfrentarnos a tiempo. Las situaciones negativas o conflictos – ya sean familiares o laborales – nos producen ansiedad, miedo, y desesperación. Y aunque no podemos deshacernos de esas situaciones podemos aprender a reconocerlas y agenciárnosla para bajar el nivel de sufrimiento que nos ocasionan. Aunque fue algo complicado, pude manejar esas emociones negativas antes de que se agravaran. 

Uno de los primeros pasos que tomé para salir de ese círculo vicioso de emociones negativas fue comenzar a vivir más en el presente, reduciendo de esa manera el estrés. Comencé a hacer planes a corto plazo. Compré un Journal y escribía las ideas que aparecían en mi mente para un posible proyecto cuando tuviera el deseo. No me imponía tareas difíciles para ser terminadas en un corto periodo de tiempo. 

La ansiedad se alivió mucho cuando evité los cambios repentinos como mudanzas o viajes muy frecuentes. Evitar los cambios de decoración estaban incluidos en mi plan anti-ansiedad. De hecho, antes de parar vendí algunos muebles cuyos colores detestaba, pinté las paredes de blanco y me limité a utilizar lo menos posible en cada habitación de mi hogar. Menos era más, y me acercaba a mi meta de controlar esas odiosas emociones que de una u otra forma estaban afectando mi vida y mi salud. 

Cunado sientas que pierdes el control sobre tus emociones, analiza y busca la causa que las provoca para luego actuar con rapidez. Mientras trabajas en solucionar el problema busca la forma de distraerte y desviar tu atención hacia otro asunto que te desvincule de la emoción negativa. Todas las emociones pasan, por eso practicar el autocontrol y la meditación son herramientas importantes para disminuir el rigor de las emociones cuando aparecen. 

Después de todo, las emociones son alteraciones humanas. Solo toma un descanso, es bueno para tu mente, tu cuerpo y tu alma. 


"La inteligencia emocional no es lo contrario de la inteligencia, no es el triunfo del corazón sobre la cabeza. 
Es la única intersección de ambas" ~ David Carusso.

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